Los
verdaderos demócratas, los antisistema
Cuando
hay protestas que exigen una serie de cuestiones con una cierta
contundencia, los medios de comunicación y los gobiernos suelen
intentar desprestigiar dichas luchas, caracterizado a sus
protagonistas como radicales antisistemas. Pero, ¿qué es ser
antisistema?
Los
sistemas tienen dos componentes, un componente económico y un
componente político. En el sistema actual, el capitalismo, el
componente económico sería un libre mercado, y, el político,
democracias parlamentarias organizados en torno a Estados.
Para
ser un antisistema lo único que hay que hacer es estar en contra de
alguno de estos componentes. Osea que, los sufragistas que luchaban
por el derecho de las mujeres a votar, eran antisistema; los esclavos
que exigían su igualdad, eran antisistema...
Una
vez que conocemos que significa el término, nos damos cuenta de que
una protesta sea antisistema no quiere decir que esta no sea
legítima.
El
único hecho que podría deslegitimar la lucha sería el uso de una
violencia que, en la mayoría de los casos, suele ser más simbólica
que física. Esta claro que los actos violentos nos agradan a nadie.
La violencia por violencia es algo despreciable pero, hay que ser
pacíficos, no pacifistas.
Hay
una serie de cuestiones que no se pueden tolerar, ya que si actuamos
así, nos posicionamos en favor de la injusticia. Todas las
conquistas sociales que se han conseguido han sido mediante la
protesta contundente, puesto sobre toda situación social injusta, ha
habido quien ha construido sus privilegios y, evidentemente, hará
todo lo posible para mantenerlos. Cuando se institucionaliza la
injusticia no hay otro deber moral que la insurrección y la
protesta. Cuando la tiranía es ley, la revolución se hace orden.
“Arrojar
una piedra es una acción punible. Arrojar mil piedras es una acción
política. Incendiar un coche es una acción punible, incendiar cien
coches es una acción política. Protestar es denunciar que eso o
aquello no es justo. Resistir es garantizar que aquello con lo que no
estoy conforme no se vuelva a producir”. Ulrike Meinhof
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