ENTREVISTANDO A ELOY SÁNCHEZ
¿Por qué elegiste
ser profesor?
Pues la verdad, es
que no lo elegí. Estudié filosofía porque me gustaba y después, empecé a
trabajar en cosas diversas, que no tenían nada que ver con la educación, pero
tuve un accidente de trabajo, me operaron de la espalda, y estando
convaleciente me llamaron para dar clases en un instituto en La Línea y ya, me
quedé.
¿Y te arrepientes
de esa decisión?
Todos los días,
porque enseñar es un trabajo muy bonito, es algo honrado, no vendes, no tienes
que engañar, o sea, es un trabajo que esta al margen del mercado, aunque
también esta sometido a las mismas reglas. Pero enseñar a gente que no quieren
aprender y poner notas, son dos actividades que a mi no me gustan.
¿Cuáles crees que
son tus mejores cualidades como docente?
No lo sé. Creo que
mis cualidades y mis defectos son los mismos, es decir, hay cosas que son
defectos que tengo como docente pero al mismo tiempo son mis cualidades, como
por ejemplo la honradez, decir lo que pienso. Por eso muchas veces meto la
pata, pero creo que también es necesario decir lo que pienso, aunque sea poco
adecuado.
¿Que
características personales son las que crees que influyen más en tu trabajo?
Influye
negativamente que soy un hombre muy poco paciente y un poco impulsivo. Eso es
lo que yo creo que influye peor, pero digamos que esa impulsividad se me pasa
muy rápido, y luego soy muy reflexivo y perdono todo. Por lo cuál, estoy en un
continuo ir y venir y paso del enfado muy rápido a la “ternura”, a compadecerme
un poco por los alumnos que me soportan.
¿Que parte de tu
trabajo te gusta mas?
Lo que más me gusta
es explicar, me gusta hablar, dialogar, intercambiar ideas, sorprender, sacar a
la gente de un esquema preconcebido. Eso me gusta hacerlo. No siempre lo
consigo, no siempre lo hago bien. Lo que llevo peor es la burocracia, el
papeleo, poner notas.
Para ti, ¿cuál es
el objetivo principal de la escuela?
Pues no lo sé. A
veces me entran serias dudas, sobre todo cuando los que legislan te someten a unas
condiciones que a uno te lleva a preguntarte, ¿que es lo que pretendes? ¿Que
quiere que yo haga? Porque aunque os parezca paradójico, a los profesores nunca
nos explican bien que quieren que hagamos. Nos movemos entre la legalidad de lo
que más o menos dicen que son los objetivos y estrategias que hay que seguir; y
la duda sistemática, porque luego, no parece que la administración pública
apoye o quiera que haga lo que en principio tienes que hacer. Por eso, a veces
pienso de una manera menos legalista. Tengo gente delante que tienen que
enfrentarse a una realidad, como la realidad que existe no es ideal, ni que me
guste de manera especial, hay un trabajo de mediación entre lo que hay y lo que
debería de haber.
Como has dicho
antes te incomoda la evaluación, ¿cuál crees que es el objetivo de esta?
Homogenizar,
escandalizar, clasificar, es decir, es una exigencia externa.
¿Y te parece útil?
No, no
especialmente. Creo que la evaluación, en teoría, debe ser para que cada uno
sepa su nivel de adquisición y para que el profesor se evalúe así mismo. Pero
creo que en general no cumple esa función, el alumno se ve castigado por esa
nota, los profesores no son conscientes que al poner notas también se esta
evaluando así mismo.
La asignatura que
impartes, ¿como crees que los alumnos aceptan la filosofía?
En general, yo creo
que no demasiado bien. En primer lugar les choca y les extrañas no alcanzar a
entender cual es el contenido o la finalidad, la utilidad. Es un asunto
recurrente en caso de los alumnos. Y en parte, venimos de una tradición que se
favorece el alumno que es dócil, que hace lo que se le pide, pero que al mismo
tiempo, está muy claro lo que se pide. Entonces, cuando las cosas no están tan
claras, cuando se pide creatividad, pensamiento crítico, esto incomoda.
Entiendo que incomode, pero yo creo que esta es un poco la incomodidad que
produce en los adultos.
¿Y crees que la
sociedad lo acoge de la misma manera?
La sociedad lo
acoge todavía peor. La filosofía académica, al menos, está en gravísima crisis.
Los planes son quitarla de en medio de una manera o de otra. La filosofía en
ese aspecto, no vive buenos momentos. Pero no me preocupa mucho, porque lo que
no hace la ley y no hace el Estado, puede que lo hagan los individuos.
¿Y crees que es
importante la filosofía en nuestra vida?
Si, lo digo
sinceramente, es más, yo diría que si tuviéramos que buscar la felicidad, una
gota de filosofía forma parte de esa preparación y si no hay esa gota de
filosofía difícilmente va a haber plenitud total. Pero el problema está en,
¿cuales son esas gotas de filosofía? ¿Saberme la teoría de las ideas de Platón?
¿Saberme el imperativo kantiano?
¿Podrías describir
desde un punto de vista constructivo y para mejorar a tu grupo de alumnos?
En primer lugar, heterogéneo,
cosa que no es malo, es lógico que la haya, y este año más por la mezcla de
alumnos de ciencias y humanidades. Hay mucha gente que esta muy poco motivada,
que no tiene una orientación de lo que quiere hacer y no ve sentido a lo que
hacemos los profesores o ni siquiera a lo que hace a el mismo, porque quien no
sabe a dónde va o quien no ha decidido cuál es su planteamiento académico o
profesional, es difícil que este aquí con un poco de agrado o motivación.
Siempre creo que la
falta fundamental es la motivación. Faltan ánimos, energías, alicientes. Aunque
parezca paradójico, esos alicientes no están en el mundo académico, ya que yo
creo que ver la televisión desmotiva mucho. Creo que la educación no es de
profesores para alumnos, sino de la sociedad o adultos hacia la gente mas
joven. Pienso que la sociedad educa fatal, y si la sociedad educa fatal, no
creo que una asignatura pueda hacer demasiado.
¿Hay algo de tu
experiencia profesional o personal que sea significativo para tu experiencia
como profesor?
Bueno, para mí es
significativo el hecho que he sido un mal alumno, al menos el
bachillerato. Además, un profesor le
dijo a mi padre cuando yo tenía 10 años que yo no servía para estudiar y que me
pusiese a trabajar. Entonces, eso me da la sensación que los profesores nunca
conocemos bien a los alumnos, y que es mejor no ser atrevido en ese sentido y
confiar en vuestras posibilidades, aunque la realidad presente no sea buena.
Estáis en la edad en la que el día de mañana, podéis ser buenos y mejores,
porque yo no creo que mi profesor cuando dijo eso se equivocase del todo. En lo
que se equivocó fue en proyectar a su futuro, su experiencia del pasado.
¿Alguna anécdota de
alumnos que te hicieron perder la paciencia?
Antes ya he dicho que tengo muy poca paciencia, y entonces, yo me temo que
la he perdido muchas veces. Ya sabéis que una profesora del instituto ha sido
alumna mía y hace poco, me recordó que una compañera suya, cuando yo impartía
clases, le dije que la aprobaba por tonta. Es decir, me presentó un examen al
que yo no le veía razón la protesta del examen, pero era tan vehemente en su
protesta, que decidí aprobarla. No por saber y merecérselo, sino porque era
tonta y yo me rendía y renunciaba a enseñarle nada. Claro, pobre mujer. Siento
mucho de verdad, que en su recuerdo particular y en el de sus compañeros, lo
que haya quedado al final, es la parida y metedura de pata y seguramente, la
grosería de un profesor.
¿Qué frase aplicas a
tu vida?
Pues… No lo sé. No tengo ninguna frase. No sería capaz de decir una frase
que guíe mi vida. Lo único que sí es que tengo un rasgo de personalidad. Acostumbro
estar contra todo y sólo contra todo. Tengo una tendencia a aislarme y a
oponerme y claro, ¿de dónde viene eso? Pues no lo sé. Supongo que de mis experiencias
vitales pero como podéis ver no tengo una frase filosófica que me llame la
atención aunque hay muchas que me influyen.
¿Algún docente dejó
huella en usted? ¿Quién y por qué?
¿Profesores? Sí, yo diría que sí. En general, guardo un buen recuerdo de
muchos profesores. De unos más que de otros. De mis estudios, por acordarme del
tiempo en el que estáis estudiando ahora, me acuerdo de un profesor de
matemáticas, Ángel Rojo. Fue un magnífico profesor que me enseño a pensar bien.
Me enseño matemática, claro. Pero a mí me dejó huella, por decirlo así. Luego
me dejó un poco de complejo, porque pensaba que yo iba a estudiar exactas. Pero
cambié de orientación a la filosofía. En general, recuerdo con una cierta
ternura a todos, incluso a los que me dieron caña y no me trataron del todo
bien. Creo que he sido un mal alumno, y entiendo que alguno de esos profesores
no me hayan tratado del todo bien. He tenido la sensación de que me lo he
merecido.
Sabemos que una de tus
aficiones preferidas es el Ala Delta. ¿Por qué lo practicas? ¿Qué encuentras en
este deporte que no hay en otros?
No lo sé. De niño, siempre me gustaba volar. Es decir, siempre he tenido
eso por ahí revoloteando. Recuerdo que una de mis vocaciones tempranas fue
hacerme piloto, pero tuve un accidente de buceo y con mi tímpano perforado, se frustró
rápidamente. Tampoco es que me bloquease demasiado, pero es algo que siempre me
gustaba. Lo que he encuentro en este deporte es que me alejo de las cosas y
como me alejo de las cosas, adquiero otra perspectiva. Cuando alguien me hace
esta pregunta, suelo contestar que me gusta el paisaje. No lo veo como algo que
uno hace, sino como un lugar o estado de ánimo en el que uno está.
Alguna vez, has
contado algún problema durante el franquismo. ¿Qué recuerdos tienes de esa
época?
En primer lugar, ser más pobres y tener menos derechos. No sé como
expresarlo, porque yo viví una infancia feliz y ajena a la situación. ¿Por qué?
Porque no eres consciente de los límites hasta que te tropiezas, pero tropiezas
muy fácilmente. Un día dices en clase algo o preguntas y te planteas por qué
esto no puede ser. Te detiene la policía, te detiene para identificarte, te
pega un par de hostias porque no le gusta el aspecto que tienes o porque tienes
el pelo más largo. Te hace escribir consciencia de que vives en un mundo que se
manifiesta, que se te opone como algo que es injusto, y a partir de ahí, empieza
lo demás. Te planteas la cuestión política cuando en el principio solo es una
cuestión personal. Al final, tropiezas con algo. Hablar del franquismo… como
todos los regimenes dictatoriales y totalitarios, limitadores de la libertad de
los individuos, termina por chocar con cualquier persona inquieta.
¿Podríamos comparar
esa época con los políticos actuales que cada vez quitan más derechos
naturales?, o lo que es lo mismo, ¿se parece el actual presidente del gobierno,
Mariano Rajoy, a Franco por su forma de actuar?
No. Yo quiero establecer diferencias radicales. En primer lugar, la primera
diferencia es que Rajoy lo hemos colocado nosotros, los ciudadanos. Si nos
hemos equivocado o no es otra cuestión. Pero una dictadura es una dictadura y
una guerra que se gana con muertes en la que uno se instaura como gobernante de
un país es otra cosa. Por mucho que pueda estar en contra de la práctica
cotidiana del ejercicio político o de un partido, de lo que hace, pues yo
establecería una diferencia muy grande. Porque yo soy responsable de lo que
hace Rajoy, porque yo voto, actúo, obligo y puedo hacer cosas. Las haré o no.
Pero en el caso de Franco, no es igual. No lo habíamos votado ni elegido e
incluso ni podías hablar.
¿En qué aspectos ha
mejorado o ha empeorado la educación?
Es una sensación ambivalente. Creo que hemos mejorado y estamos empeorando
ahora. Me preocupa que esa mejora que hemos conseguido muy trabajosamente en el
tiempo, pues parece que se está liquidando de manera muy rápida y eso me
agobia. Creo que se está quitando a la educación uno de los papeles
fundamentales. El papel de establecer justicia social y dar oportunidad a la
gente para que puedan ser lo que sus capacidades, deseo y esfuerzo le permitan.
Eso se está tergiversando, con la limitación al acceso a la enseñanza, el empeoramiento
de las condiciones, con el acceso a la universidad que va a ser mucho más
precario, para familias con pocos recursos. En eso, estamos retrocediendo.
¿Qué opina de la
educación sostenida por el Estado?
Creo que si alguien con cierta cola privada, está en su derecho pero, pensando
que la concertada es un elemento subsidiario, subordinado al cumplimiento de
una necesidad pública, recogida en la constitución como derecho de los
ciudadanos y como obligación por el Estado. Lo que no se puede hacer, es
empeorar la escuela pública para que recoja los frutos los colegios concertados
y privados. Eso me parece totalmente ilegítimo. El poder no está en cuál es la
finalidad. Evidentemente, los centros concertados españoles son ideológicos,
vinculados a la Iglesia. No es que se concierta de manera genérica, con
cualquiera sino que se concierta con la iglesia Católica, directamente o
indirectamente, y no con otros. Siempre que se haga con la responsabilidad del
Estado y que garantice el acceso público y gratuito, no hay nada que reprochar
a la concertación. Se supone, que los políticos son elegidos para gestionar lo
público, no lo privado.
¿Qué piensas de la
LOMCE?
Pienso muy mal, pero lo que más me preocupa es que es una reforma que nace
con cero consensos, sin consenso. Es una reforma de un partido y la educación
necesita consenso amplio, porque es un proceso muy largo. No es razonable que a
los estudiantes se les cambie las reglas del juego, cuando estamos jugando el
partido, por decirlo así. Una reforma sin consenso es nefasta porque se esta
pidiendo a gritos que se haga una nueva después. Independientemente que yo
puedo estar a favor o en contra, lo peor, es que es una reforma sin conciencia
social. Es un error.